EL TÍO REGINO
Mi abuelo materno, “El Tío Regino”, compró al “Tío Pedrepiquer” un carrito como los de “mantecaero”. Se dedicó a salir, como era costumbre, los sábados y domingos. Daba la vuelta por el pueblo, durante la mañana, y por la tarde se dedicaba a visitar el paseo de la estación de RENFE, donde habitualmente se paseaba la gente. Sólo atendía la ruleta con caramelos, cacao, altramuces, chufas y regaliz. Nunca vendió mantecados. En una ocasión que plantaron la plaza de toros en el campo de fútbol, junto a la carretera de Villamarchante, instaló allí la cantina en la que servía los artículos ya mencionados, además de gaseosas y chatos de vino. En un momento en que la vaquilla se empeñó en cornear a uno de los que salieron a la plaza a provocarle, éste corrió hacia la barrera y la vaquilla le tocaba el culo con los cuernos. Faltándole diez pasos para llegar a la barrera, saltó del suelo como una flecha de cabeza entre los barrotes y el pasillo de la grada del público. Se introdujo en la cantina ...