IDA Y VUELTA A BARCELONA
Cuando se casó mi hermano el mayor, lo hizo en Barcelona. Para desplazarnos ese fin de semana, alquiló mi madre dos furgonetas. La de Juan “el Valent” y la de Enrique Conejeros, mi padrino de pila, que la acababa de estrenar unos días antes. Los dos les dijeron a mis padres que cabían nueve en cada furgoneta. Así que, en mi casa formamos diez y seis. Hubo dos amistades de fuera de la familia que se apuntaron a venir con nosotros, ocupando las dos plazas sobrantes porque tenían familiares en Barcelona y aprovechaban nuestro viaje de ida y vuelta, en el día, para visitarles. A la hora de salir, camino de Barcelona, sábado por la tarde, no cabíamos todos. Sobraban dos personas. No habían tenido en cuenta, que los dos conductores ocupaban plaza. Que los nueve de cada una incluían al conductor y dueño de la furgoneta. Carmen, mi mujer, iba a “regañadientes”. Se resistía a dejarse nuestra hija en manos de su hermana, porque consideraba más importante ejercer de madre que el de invitada a la ...